Libro V: La justicia y las virtudes de carácter
Aristóteles dedica este libro a analizar la virtud de la justicia. Empieza induciendo la definición justicia a partir de la definición nominal y de cuanto se piensa cuando se oye la expresión "justicia". Afirma que la justicia es la virtud completa por cuanto refiere a otras personas, pues es más difícil ejercer la virtud con los demás que solamente consigo mismo. Así la virtud en general es justicia vista en relación con los demás.
Esta justicia es la justicia general. Existe también la justicia particular, que se divide asimismo en distributiva y transaccional, la distributiva que aplica una proporción geométrica entre varias cosas o personas; la transaccional que aplica una proporción aritmética. Luego, Aristóteles aplica esta distinción a la economía, y dice que la justicia es el medio entre cometer injusticia y sufrirla y consiste en la reciprocidad. Sin embargo, descubre que en este caso su fórmula de encontrar el medio no funciona igual que en las pasiones: el medio es la igualdad de la proporción.
Trata luego de la relación entre la justicia y la ley, una relación necesaria para que el bien del otro se consiga, pues el hombre por sí mismo siempre busca el propio bien. Por ello, se necesita una ley. Aquí entra la política, pues existe una justicia natural que nadie puede transgredir y otra legal, que depende de las reglas adoptadas. La justicia legal se debe seguir una vez que se han aprobado las leyes. Esta justicia legal es variable porque los casos particulares se relacionan con las normas universales de manera distinta en cada ocasión.
Aristóteles explica a continuación los diversos agravios en relación con la justicia, y luego afirma que quien sufre alguna injusticia no lo puede hacer de modo voluntario. Asimismo, nadie puede hacer injusticia a sí mismo, por ejemplo, por medio del suicidio. La equidad supera la justicia en el sentido de corregir la ley en ciertos casos particulares, pues la regla universal no contempla cada situación particular.
Libro VI: Las virtudes intelectuales
El libro sexto es quizás el más importante para entender la ética de Aristóteles, porque, como él mismo dijo al inicio de la obra, la verdad es el bien superior, y este capítulo trata de la facultad del hombre que consigue este bien, el entendimiento. Además, es el intelecto el que nos dice dónde está el medio debido para realizar los actos virtuosos.
La primera cosa que hace es parafrasear lo que había dicho en I, 13: hay dos partes del alma. Y distingue esta vez las sub-partes de la razón, que serían el intelecto especulativo y el intelecto práctico, a los cuales corresponden la sabiduría y la sabiduría práctica (llamada prudencia) respectivamente. Tres cosas controlan el acto y la verdad en el alma: la percepción, el intelecto y el deseo. Pero los animales no racionales tienen percepción, así que no es el primer principio en el hombre. El intelecto práctico afirma y niega para que el deseo busque el bien y huya del mal. El bien del intelecto especulativo es la verdad. El bien del intelecto práctico es la verdad de acuerdo con el deseo recto. Así el primer principio de la acción como causa eficiente es la elección racional, es decir, de acuerdo con el fin; el principio de esto es el deseo, y así la elección racional requiere carácter. En otras palabras, el intelecto y el deseo se influyen mutuamente en el campo práctico, y la virtud depende del pensar y del carácter.
En el intelecto hay cinco virtudes: el arte, el conocimiento científico, la prudencia, la sabiduría, y el entendimiento. Ahora bien, el entendimiento, el conocimiento científico y la sabiduría se refieren a lo necesario, no a lo contingente, ni a lo que puede hacer el hombre. Por otro lado, el arte y la prudencia se refieren a lo que hace el hombre.
La prudencia es una virtud que permite descubrir el bien presente en una acción a realizar. Es la virtud intelectual del obrar humano, no solo en el sentido de obrar bien, sino de llegar a ser bueno por medio del obrar, pues ayudará a encontrar los mejores bienes humanos en relación con la acción. Las virtudes inferiores a la prudencia son: el deliberar bien, el juzgar bien, y el discernimiento.
Como la sabiduría concierne cosas más elevadas y universales, mientras que la prudencia concierne la verdad en relación a los actos humanos, la sabiduría está por encima de la prudencia, pues su objeto pertenece exclusivamente a la parte superior del alma.
Libro VII: El placer; la continencia y la incontinencia
En este libro Aristóteles va un paso más adelante de Sócrates al distinguir entre el saber qué sería bueno hacer y estar dispuesto a hacerlo. La persona prudente no solamente sabe qué sería bueno hacer, sino que también está dispuesto, mientras que la persona incontinente sabe qué sería bueno hacer, pero no lo logra por indisposición. Así la incontinencia no es un vicio (ni tampoco la continencia una virtud), pues se da cuenta de su incontinencia y quiere cambiar. En cambio, quien padece un vicio no se da cuenta de él.
Esta falta de continencia se relaciona con el placer. El hombre busca el placer necesario y el placer que es fin en sí. La incontinencia se refiere más a la falta de control en los placeres necesarios, como la comida y el sexo. La continencia se guía por la elección racional al placer, mientras que la incontinencia piensa lo opuesto y sin embargo, hace lo mismo que haría quien no tiene templanza.
A continuación, Aristóteles analiza la definición que otros autores han dado del placer. Algunos, como Espeusipo, mantenían que no era un bien, mientras que muchos han dicho que sí es un bien, y Eudoxo llegó a decir que era el bien supremo. Aristóteles muestra varios ejemplos para probar que el placer tiene que ser bueno y a la vez que puede conducir al vicio. Esto se debe a que el hombre no tiene una naturaleza simple, sino compleja. Por esto hay varias dificultades, pero al final se puede decir con Espeusipo que el placer no es el bien supremo, y con Eudoxo que sí es un bien.
Libro VIII: La amistad en general
El libro VIII está dedicado al tema de la amistad que define como un fenómeno universal y necesario a todo humano. Es más excelsa que la justicia porque puede existir sin ella. Pero no todos están de acuerdo sobre su naturaleza.Según Aristoteles, la amistad es virtud o algo acompañada de virtud. Su principio consiste en una benevolencia recíproca.
Se ama algo porque es bueno en sí, bueno para mí, o agradable y lo respete tal y como es ,lo acompaña en las buenas y en las malas. La amistad requiere ser el uno para el otro, requiere reciprocidad. Por tanto, el amor de amistad necesita que el amigo quiera al otro. Sin embargo, resultar agradable o ser útil son situaciones más pasajeras que el ser honesto. La verdadera amistad -de la cual los otros dos tipos participan analógicamente es la amistad honesta, que busca al otro por lo que el otro es y no porque sea bueno para mí o porque me dé algún placer. Esta amistad es un estado superior a una actividad o a una emoción, pues perdura en el tiempo entre dos personas con la elección racional de ambas.
Después de considerar la amistad en general, Aristóteles explica diversos tipos de amistad a partir de la igualdad y de la reciprocidad que son sus elementos propios.
Aristóteles dedica este libro a analizar la virtud de la justicia. Empieza induciendo la definición justicia a partir de la definición nominal y de cuanto se piensa cuando se oye la expresión "justicia". Afirma que la justicia es la virtud completa por cuanto refiere a otras personas, pues es más difícil ejercer la virtud con los demás que solamente consigo mismo. Así la virtud en general es justicia vista en relación con los demás.
Esta justicia es la justicia general. Existe también la justicia particular, que se divide asimismo en distributiva y transaccional, la distributiva que aplica una proporción geométrica entre varias cosas o personas; la transaccional que aplica una proporción aritmética. Luego, Aristóteles aplica esta distinción a la economía, y dice que la justicia es el medio entre cometer injusticia y sufrirla y consiste en la reciprocidad. Sin embargo, descubre que en este caso su fórmula de encontrar el medio no funciona igual que en las pasiones: el medio es la igualdad de la proporción.
Trata luego de la relación entre la justicia y la ley, una relación necesaria para que el bien del otro se consiga, pues el hombre por sí mismo siempre busca el propio bien. Por ello, se necesita una ley. Aquí entra la política, pues existe una justicia natural que nadie puede transgredir y otra legal, que depende de las reglas adoptadas. La justicia legal se debe seguir una vez que se han aprobado las leyes. Esta justicia legal es variable porque los casos particulares se relacionan con las normas universales de manera distinta en cada ocasión.
Aristóteles explica a continuación los diversos agravios en relación con la justicia, y luego afirma que quien sufre alguna injusticia no lo puede hacer de modo voluntario. Asimismo, nadie puede hacer injusticia a sí mismo, por ejemplo, por medio del suicidio. La equidad supera la justicia en el sentido de corregir la ley en ciertos casos particulares, pues la regla universal no contempla cada situación particular.
Libro VI: Las virtudes intelectuales
El libro sexto es quizás el más importante para entender la ética de Aristóteles, porque, como él mismo dijo al inicio de la obra, la verdad es el bien superior, y este capítulo trata de la facultad del hombre que consigue este bien, el entendimiento. Además, es el intelecto el que nos dice dónde está el medio debido para realizar los actos virtuosos.
La primera cosa que hace es parafrasear lo que había dicho en I, 13: hay dos partes del alma. Y distingue esta vez las sub-partes de la razón, que serían el intelecto especulativo y el intelecto práctico, a los cuales corresponden la sabiduría y la sabiduría práctica (llamada prudencia) respectivamente. Tres cosas controlan el acto y la verdad en el alma: la percepción, el intelecto y el deseo. Pero los animales no racionales tienen percepción, así que no es el primer principio en el hombre. El intelecto práctico afirma y niega para que el deseo busque el bien y huya del mal. El bien del intelecto especulativo es la verdad. El bien del intelecto práctico es la verdad de acuerdo con el deseo recto. Así el primer principio de la acción como causa eficiente es la elección racional, es decir, de acuerdo con el fin; el principio de esto es el deseo, y así la elección racional requiere carácter. En otras palabras, el intelecto y el deseo se influyen mutuamente en el campo práctico, y la virtud depende del pensar y del carácter.
En el intelecto hay cinco virtudes: el arte, el conocimiento científico, la prudencia, la sabiduría, y el entendimiento. Ahora bien, el entendimiento, el conocimiento científico y la sabiduría se refieren a lo necesario, no a lo contingente, ni a lo que puede hacer el hombre. Por otro lado, el arte y la prudencia se refieren a lo que hace el hombre.
La prudencia es una virtud que permite descubrir el bien presente en una acción a realizar. Es la virtud intelectual del obrar humano, no solo en el sentido de obrar bien, sino de llegar a ser bueno por medio del obrar, pues ayudará a encontrar los mejores bienes humanos en relación con la acción. Las virtudes inferiores a la prudencia son: el deliberar bien, el juzgar bien, y el discernimiento.
Como la sabiduría concierne cosas más elevadas y universales, mientras que la prudencia concierne la verdad en relación a los actos humanos, la sabiduría está por encima de la prudencia, pues su objeto pertenece exclusivamente a la parte superior del alma.
Libro VII: El placer; la continencia y la incontinencia
En este libro Aristóteles va un paso más adelante de Sócrates al distinguir entre el saber qué sería bueno hacer y estar dispuesto a hacerlo. La persona prudente no solamente sabe qué sería bueno hacer, sino que también está dispuesto, mientras que la persona incontinente sabe qué sería bueno hacer, pero no lo logra por indisposición. Así la incontinencia no es un vicio (ni tampoco la continencia una virtud), pues se da cuenta de su incontinencia y quiere cambiar. En cambio, quien padece un vicio no se da cuenta de él.
Esta falta de continencia se relaciona con el placer. El hombre busca el placer necesario y el placer que es fin en sí. La incontinencia se refiere más a la falta de control en los placeres necesarios, como la comida y el sexo. La continencia se guía por la elección racional al placer, mientras que la incontinencia piensa lo opuesto y sin embargo, hace lo mismo que haría quien no tiene templanza.
A continuación, Aristóteles analiza la definición que otros autores han dado del placer. Algunos, como Espeusipo, mantenían que no era un bien, mientras que muchos han dicho que sí es un bien, y Eudoxo llegó a decir que era el bien supremo. Aristóteles muestra varios ejemplos para probar que el placer tiene que ser bueno y a la vez que puede conducir al vicio. Esto se debe a que el hombre no tiene una naturaleza simple, sino compleja. Por esto hay varias dificultades, pero al final se puede decir con Espeusipo que el placer no es el bien supremo, y con Eudoxo que sí es un bien.
Libro VIII: La amistad en general
El libro VIII está dedicado al tema de la amistad que define como un fenómeno universal y necesario a todo humano. Es más excelsa que la justicia porque puede existir sin ella. Pero no todos están de acuerdo sobre su naturaleza.Según Aristoteles, la amistad es virtud o algo acompañada de virtud. Su principio consiste en una benevolencia recíproca.
Se ama algo porque es bueno en sí, bueno para mí, o agradable y lo respete tal y como es ,lo acompaña en las buenas y en las malas. La amistad requiere ser el uno para el otro, requiere reciprocidad. Por tanto, el amor de amistad necesita que el amigo quiera al otro. Sin embargo, resultar agradable o ser útil son situaciones más pasajeras que el ser honesto. La verdadera amistad -de la cual los otros dos tipos participan analógicamente es la amistad honesta, que busca al otro por lo que el otro es y no porque sea bueno para mí o porque me dé algún placer. Esta amistad es un estado superior a una actividad o a una emoción, pues perdura en el tiempo entre dos personas con la elección racional de ambas.
Después de considerar la amistad en general, Aristóteles explica diversos tipos de amistad a partir de la igualdad y de la reciprocidad que son sus elementos propios.
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